Tras semanas de culebrón, incertidumbre, malos momentos, declaraciones de ambas partes, amenazas de parón liguero por parte de la LFP, etc, por fin supimos cuál será el destino del Real Murcia para la temporada que arranca mañana. Ayer el juez sustituto del Juzgado de lo Mercantil número 7 de Madrid se declaró incompetente para “dilucidar si el Murcia puede o no participar en la Liga Adelante 2014-2015”. De esta forma, el juez le pasa la “patata caliente” a la LFP y ésta se sale con la suya: dejar al Real Murcia fuera de la división de plata. Tal y como lo estableció desde el principio del culebrón.
Una vez más, se da el descenso fuera del campo de fútbol. El conjunto pimentonero ha pasado de luchar por el ascenso a primera y jugar el play-off, tras una magnífica temporada, a descender a Segunda B por impago a hacienda. La LFP consideró que, debido a la deuda contraída con hacienda (13 millones de euros), el Murcia no cumplía las condiciones idóneas para jugar en la Liga Adelante. A raíz de esto, la LFP le dio la plaza que ocupaba el Murcia al Mirandés, descendido en los terrenos de juego. Debido a esa decisión tan dura, los murcianos recurrieron a la justicia y ésta les dio la razón. La pregunta es: ¿qué clase de justicia tenemos en este país cuando un juez se declara incompetente para decidir sobre un asunto tan sencillo como este? ¿No está la palabra de un juez por encima de la de cualquier organismo o persona física? Un juez debe hacer cumplir la ley y la sentencia que formule. Si ha dicho que el Real Murcia debe jugar en la Liga Adelante, la LFP debe cumplir. Aunque, por lo visto, eso de tener un campeonato con 23 clubes era demasiado “complicado” de cuadrar…
Pero también podemos plantearnos más cuestiones, referentes a la situación que ha llevado al Murcia a perder la categoría: ¿cómo ha podido llegar el club a tener una deuda tan abultada con hacienda? Tal y como están las cosas en el fútbol nacional, donde cada temporada se dan casos de equipos que pierden la categoría como consecuencia de su mala gestión, me parece increíble que la directiva de este club no haya sido previsora. Podrían haber reducido la deuda con hacienda, aunque hubiera sido para conseguir una buena imagen de cara al resto de clubes (no es el único que tiene problemas económicos).
¿Cuál es la consecuencia inmediata de todo esto? Un club hecho para jugar en Segunda División, jugará en Segunda B. Y por si fuera poco, le tocará ocupar la plaza que deja vacante el Mirandés en el grupo 1, con rivales procedentes del norte del país como el Compostela, Zamora, Real Oviedo, Celta B, etc. Esto supondrá un desgaste importante en desplazamientos, tanto para el Real Murcia como para los equipos que tengan que visitar la Nueva Condomina. Muchos de ellos son clubes humildes, con poco presupuesto, que tendrán que tragarse horas y horas en el autobús para enfrentarse al conjunto pimentonero.
Menos mal que la LFP ha indemnizado al Real Murcia con 4 millones de euros… ¡O eso dicen algunos! Hay que ser realistas. Si el club debe 13 millones de euros a hacienda, deberá emplear esos 4 millones en reducir la deuda para no complicarse la vida en el futuro (la tercera división puede “engullirlos”). Tendrán que hacer malabares esta temporada para saldar la deuda y sobrevivir en Segunda B. Si mantienen parte de los jugadores que jugaron en la entidad la temporada pasada, puede ser factible el retorno a la división de plata. Veremos si el Real Murcia es capaz de superar estas adversidades o se hunde todavía más. Como dirían mis amigos de la Región: “que por nadie pase”.
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