domingo, 7 de diciembre de 2014

El camino hacia lo desconocido

Tras un tiempo sin publicar nada en este blog, vuelvo a las andadas. Esta vez os voy a hablar de un tema que a casi nadie le gusta mencionar: la muerte. Sí, amigos. El fin de la vida. La transición del mundo real al mundo eterno o, como diría mi gente, “quan te’n vas a l’altre barri”. Un viaje sin retorno, totalmente irreversible y que, en muchas ocasiones, implica dolor y sufrimiento: tanto para la persona que lo realiza como para los seres que se sienten vinculados a ésta, por vínculos afectivos, profesionales o amistosos.

Todos hemos vivido la pérdida de algún ser querido, amigo, conocido, familiar, etc. Ante ese hecho, aparecen muchos sentimientos, emociones, pensamientos, reflexiones, etc. Pero no nos alarmemos: es necesario llorar, es necesario estar triste y es normal caerse para volver a levantarse con más fuerza. La tristeza es una emoción adaptativa, necesaria para superar la pérdida de alguien. Es como una especie de señal de alarma que hemos desarrollado para buscar “el hombro” donde llorar, para buscar el apoyo social tan necesario en esas circunstancias. Esta señal debe enmarcarse en un proceso de duelo cuya duración no debe extenderse mucho en el tiempo ya que, de lo contrario, estaríamos ante un posible cuadro depresivo.

¿Por qué se ha ido tan pronto? ¿Por qué me ha pasado a mí? Podríamos haberlo evitado. No sé si podré vivir sin él/ella. Se ha ido cuando mejor estaba. Me arrepiento de haberme comportado mal con él/ella. Estos son algunos de los pensamientos que pasan por la cabeza de las personas cercanas a quien se ha ido para siempre. Es inevitable que este tipo de ideas invadan nuestra mente. Por ello, es importante tratar de sustituir todos esos pensamientos por otros como: Allá donde esté, seguro que será feliz. Al menos he podido conocerlo/la y pasar buenos momentos con él/ella. Hicimos todo lo que pudimos por él/ella.

Hay gente que se queda con el arrepentimiento de no haber hecho todo lo posible por esa persona que ha pasado a mejor vida. O que han cometido muchos errores y se han comportado mal. En este caso, lo mejor es aprender de los errores y prometerse a uno/a mismo/a que no volverá a suceder con las personas de su entorno. Empieza por cuidar y ayudar a los tuyos y, de esta forma, les harás la vida mucho más fácil y agradable.

En conclusión, a pesar de que la muerte puede ser algo negativo, nos enseña ciertas cosas. Con ella aprendemos que estamos en este mundo de paso, con los días contados. Tomamos precaución ante determinadas situaciones en las que aparece el riesgo, con tal de evitarla (cuando circulamos por la carretera y moderamos nuestra velocidad, cuando acudimos a la revisión médica, etc). No nos hagamos mala vida de unos a otros y cuidemos a nuestros familiares. Empecemos por visitar cada día a nuestros abuelos. Hagamos que se sientan escuchados y comprendidos por nosotros y, ante todo, tratemos de aprender de sus vivencias y experiencias. Hoy están ahí. Mañana no sabemos si estarán o si habrán marchado por el camino hacia lo desconocido.



On the road again ... / De nuevo en el camino ...