viernes, 12 de julio de 2013

Universo autista

En este artículo, pretendo dar a conocer el autismo. Una enfermedad que suele ser confundida con otras e incluso es atribuida a rasgos de la personalidad. A lo largo de mi vida, he escuchado a mucha gente decir: “Mi hijo es tímido, será autista” o “Mi hijo se obsesiona con los videojuegos, será autista”. Diagnosticar de esta manera es totalmente incorrecto. Por ello, nos planteamos: ¿Qué es el autismo? ¿Qué características tiene el autismo? ¿Cómo se trata? ¿Qué dificultades tienen estos niños y estas niñas a nivel académico? ¿Y en la vida cotidiana?

El autismo es un trastorno que se incluye dentro de lo que se conoce, según el DSM V (el nuevo manual sobre trastornos mentales) como TEA: Trastorno del Espectro Autista. El término “Espectro Autista” fue empleado por primera vez por Lorna Wing y Judith Gould en el año 1979. Más tarde, Wing estableció una serie de características para identificar a personas con autismo: trastorno en las capacidades de reconocimiento social, trastorno en las capacidades de comunicación social y patrones repetitivos de actividad, tendencia a la rutina y dificultades en imaginación social. Está presente desde el nacimiento, tiene efectos de por vida en la manera en que los niños y las niñas aprenden a ser seres sociales, cuidar de ellos mismos y participar con la gente del entorno. Afecta, según Medical Research Council, a 25 de cada 10.000 habitantes (aproximadamente), siendo superior el número de hombres afectados por este trastorno que el de mujeres.

Para diagnosticar este trastorno, se utilizan los siguientes indicadores: a) no señala ni hace gestos a partir del año de edad; b) no dice palabras sueltas a partir de los 16 meses; c) no combina dos palabras a partir de los dos años; d) no reacciona cuando lo llamamos por su nombre; e) pérdida de lenguaje o de habilidades sociales; f) no establece contacto visual adecuado con los demás; g) tiene excesivo interés en alinear juguetes, objetos, etc; h) no utiliza los juguetes de forma adecuada; i) se obsesiona con un objeto, juguete…; j) no sonríe y k) a veces parece sordo.

Referente al tratamiento de este trastorno, como siempre digo, es muy importante detectar el trastorno a tiempo. Una vez detectado, han demostrado ser eficaces la terapia conductual, el uso de pictogramas (dibujos representativos de acciones, lugares, etc) y la terapia con caballos. Es difícil tratar a un niño o a una niña autista. Principalmente porque es complicado interactuar con ellos y saber qué sienten y qué piensan. Además, en el peor de los casos pueden tener conductas violentas y estereotipias (conductas repetitivas), lo cual dificulta que nos acerquemos a ellos. Todas las actuaciones, deben incluir el desarrollo de habilidades sociales para mejorar su participación en la escuela, familia y actividades comunitarias; comunicación verbal expresiva y receptiva, y habilidades no verbales de comunicación; un sistema de comunicación simbólico; aumento de participación y flexibilidad en tareas y juego, incluyendo la capacidad de atender al ambiente y responder a un sistema adecuado de motivación; habilidades motoras finas (como por ejemplo la escritura) y gruesas (por ejemplo el movimiento de los brazos, saltar, correr, caminar) y habilidades mentales como el juego simbólico.

Estos niños tienen dificultades tanto en la escuela como en la vida diaria. Son incapaces de establecer relaciones con sus compañeros de clase, no entienden el doble sentido de las frases (por ejemplo, si le damos una palmada en la espalda y le decimos “Vamos enano”, piensan que les estamos insultando y pegando), tienen dificultades para comunicar sus necesidades, algunos no desarrollan la motricidad fina y no pueden escribir con normalidad debido a esto, etc.

A lo largo de mis cuatro años como estudiante de psicología, he conocido varios casos de autismo. Unos con más grado, otros con menor. Unos tenían más trastornos asociados (como por ejemplo hiperactividad, ceguera, etc). Un día, hablando con una profesional del sector de la discapacidad me dijo: “el mayor logro para nosotros, cuando estamos tratando a un autista, es conseguir que nos dé un abrazo. Eso me genera mucha satisfacción”. Algo que para el resto de personas supone un pequeño gesto, para la gente que trabaja con niños autistas supone un gran gesto, un gran logro. Tengo que decir que yo lo he comprobado, y la profesional que me lo dijo tenía razón. Esto sirve para aprender a valorar las pequeñas cosas de la vida y para acercarnos más a un mundo distinto al nuestro: el mundo de los autistas. Porque ellos viven en un universo distinto, desde el que nos observan y, a veces, salen de él para abrazarnos.

Para finalizar, os dejo el trailer de una película (más bien documental), basado en hechos reales. Trata sobre la historia de María, una niña autista cuyos padres están separados. Su padre nos relata, en algo más de 1 hora, cómo es la convivencia con una niña autista.


 Twitter: @Jose_Marco20

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