Hace un par de días se celebró el Día Mundial del Síndrome de Down, un trastorno que en la actualidad afecta aproximadamente a 34.000 personas en toda España, y cuya esperanza de vida ha aumentado durante los últimos años, pasando de situarse en los 45 años a establecerse en los 60.
El Síndrome de Down o trisomía 21, está provocada por la presencia de 47 cromosomas en los núcleos de las células. En lugar de tener 46 cromosomas, estas personas tienen uno más que el resto, ya que en el par 21 hay 3 cromosomas en lugar de 2. Fue descubierto en el siglo XIX por el médico John Langdon Down, y en el año 1957 Jerome Lejeune descubrió que este trastorno aparecía como consecuencia de la trisomía del par 21, provocada por el mal funcionamiento de la meiosis durante la producción de óvulos o de espermatozoides, o en ambos, previamente al proceso de fecundación. De esta manera, al juntarse los cromosomas de ambos progenitores (23 de la madre, y 24 del padre por ejemplo) dan un total de 47 cromosomas.
Pero, ¿cuáles son las características educativas de estos niños y estas niñas? En primer lugar, cabe decir que son competentes para aprender, ya que aprenden lo que se les enseña de manera adecuada a su forma de ser y de aprender las cosas. A pesar de ello, la variabilidad de capacidades es muy grande debido, sobre todo, al ambiente en el que se encuentran. No progresará de la misma forma un niño con este síndrome en un contexto pobre en cuanto a educación se refiere, que un niño que ha recibido educación especial desde que tenía 3 años.
En su desarrollo cognitivo (mental), la disginesia cerebral provoca la discapacidad intelectual tan característica de este trastorno junto con la dificultad de aprendizaje, que aparece en mayor o menor grado. Dicha discapacidad provoca una menor capacidad para adaptarse a las circunstancias. Además, cabe destacar que el número de neuronas que realizan la función de interconexión está disminuido, provocando lentitud en la respuesta a estímulos externos y lentitud en la consolidación de aprendizajes que requieren mayor tiempo, debido a la latencia de respuesta. En general, tienen dificultades en los procesos psicológicos básicos: percepción, memoria, lenguaje, atención y motivación. Pero todo esto no quiere decir que sean incapaces de aprender o que no puedan llevar una vida normal con autonomía. Simplemente, bajo mi punto de vista, es un indicador de que estas personas necesitan “un pequeño empujón” para conseguir sus objetivos.
Pero cuando hablamos de inteligencia, tenemos que tener en cuenta que hay varios tipos de inteligencia. En su momento, Howard Gardner hizo hincapié, en su Teoría de las Inteligencias Múltiples, en que tenemos varias inteligencias. Lo cual quiere decir que es conveniente, a la hora de evaluar la inteligencia, tener en cuenta todos los ámbitos de ésta: lógico-matemática, lingüística, espacial, corporal-cinestésica, musical, interpersonal… Durante mis cuatro años de carrera, he conocido muchos casos de niños con Síndrome de Down, de los cuáles uno me llamó mucho la atención por la facilidad que tenía el niño para memorizar oraciones, fechas y todo tipo de cosas relacionadas con la Iglesia Católica. Es más, acudía todas las tardes solo a la Iglesia de su pueblo para rezar y jugar al futbolín con otros monaguillos. Esto demuestra que, en este caso en concreto, el niño tenía desarrollada la inteligencia espacial (era capaz de orientarse por el pueblo), la interpersonal (mantenía relaciones de amistad con otras personas y era capaz de comprender sus estados emocionales) y probablemente alguna más que yo en aquel momento no pude comprobar ni observar. Además, cabe añadir que este niño decía cosas con mucho sentido y su madre lo llevaba a sitios especializados (psicólogo, pedagoga, logopeda, etc).
Pero no todo son inconvenientes, ya que estas personas tienen como punto fuerte su percepción y su memoria visual, y su capacidad comprensiva es superior a la expresiva. Mejoran su aprendizaje a través de la imagen visual que perciben y desarrollan su inteligencia si se les da oportunidades de aprender mediante la interacción de la familia y la escuela, y por ello esto debe ser tenido en cuenta por los responsables de su educación. Porque si se les da una educación adecuada, su trabajo, esfuerzo y constancia, en muchas ocasiones puede llegar a servir como modelo para otros compañeros y compañeras y este niño o esta niña podrá llevar una vida totalmente satisfactoria.
La siguiente frase debería ser tenida en cuenta por mucha gente: “No hay alumnos con síndrome de Down incapaces de aprender, hay métodos inadecuados para enseñar”. La Atención Temprana, la educación especial, las ayudas en materia de discapacidad, los programas de reinserción laboral dirigidos a discapacitados y los pisos tutelados son herramientas muy útiles para este colectivo, que nuestra sociedad debe mantener y mejorar con el objetivo de conseguir un mundo mejor y más justo.
Pablo Pineda. Primer licenciado con Síndrome de Down en España |
Artículo de Jose Antonio Marco Juan
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